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Ignacio Rodríguez de Rementería

Erase una vez Un Silencio

Otro intento prosaico, ahora acerca de la necesidad de acallar tanta palabra, tanta semántica, tanto ruido, dejar de pensar tanto, tenerle paciencia al sentir y al tiempo. O algo así.

Érase una vez un silencio,

Nació de amores conexos pero desplazados,
en el tiempo y en el espacio.

Sin querer y también queriendo,
hubo sentir, semántica, sangre y silencio.

Bienvenido, Silencio.
Te bautizo en nombre de tu madre y de tu padre, y del espíritu.
Tu madre, que no está en el cielo, te dió a luz con ayuda de tu padre,
que está en tierra y te cuida
dosificándote, para que no seas usado en contra.

Tenle fe a tu madre, que te hizo con amor, y a tu padre, que te cuida con esfuerzo. Te oimos, aunque aún no sabemos lo que significas. Esperamos con cariño y paciencia tus primeras palabras, para así entender y saber qué hacer contigo, en el futuro.

Un día tu también podrás entender --por ejemplo-- que todos somos santos, incluso nosotros. Un diá te tranformarás en música.