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Ignacio Rodríguez de Rementería

Impresentable: y La Nación también

Varios medios chilenos ayer mostraron la hilacha, lo sorpresivo en esta ocasión fue que de esa tendencia participó La Nación.

Probablemente a nadie extraña que La Segunda y LUN usen la vida política del país como materia prima para un reality show en sus portadas, tanto así que La Tercera llegaba a parecer mesurada en su manera de resaltar la destitución de Yasna Provoste.

Mientras los chilenos con dos dedos de frente nos avergonzábamos de nuestra clase política, que permite que una minoría electoral sea una mayoría en nuestro poder legislativo, La Nación, el único diario chileno de papel que supuestamente no responde a los intereses de la clase empresaria, manipuló emocionalmente a la comunidad de manera inaceptable.

Puedo esperar que Chilevisión, El Mercurio, Megavisión y La Tercera tengan una línea editorial que representa intenciones de sus dueños. Pero el caso particular de La Nación S.A. me molesta especialmente, porque sus dueños somos en gran medida todos los chilenos.

La Nación tiene la responsabilidad de ser lo más imparcial y responsable posible, jugar un rol con altura de miras, educativo y transparente, y no perder la poca credibilidad que le iba quedando con una portada digna de la muerte de un santo.

Provoste is not the question*

Por si alguien me malentiende, clarifico el punto: no se trata de estar a favor o en contra de Provoste, la concertación o la derecha. Se trata de que la gestión pública y la educación en Chile -tanto pública como privada- son un desastre, y eso -por lo cual no es ella quien tendría que pagar los platos rotos- es el tema, y debería ser la noticia.

El mismo problema educativo permite que nuestro pueblo aguante la precariedad de nuestros medios de comunicación, cuyos directivos mandan a sus periodistas a santificar o crucificar a Provoste en vez de a investigar, analizar, desmenuzar y explicar la situación política. No es culpa de los periodistas, el proletariado de la información, que mayoritariamente labora por sueldos miserables, con contratos sin horario en turnos que no les dejan tener vida.

¿Dónde está Paulsen cuando le necesitamos?

Me encantaría ver un detallado y exhaustivo análisis de la prensa de ayer por Fernando Paulsen, al estilo de su crítica sobre el reportaje del NYT a las salmoneras chilenas. Quizás él podría explicar por qué lo que sucedió ayer parecía más un circo romano en pirámide invertida que periodismo en serio.

El circo terminó en la noche con Matías del Río interrumpiendo al ministro Francisco Vidal, usando a Provoste, los trenes y Curepto como artillería retórica, mientras al pié de la imagen se leía el titular en altas "CAE OTRO FUNCIONARIO". Parecía un intento corporativo por descalificar a Vidal.

Y las cosas a veces son los que parecen. Durante el día, el Ministro había hecho mención directa a la tendencia editorial de Chilevisión, canal que además de mantener un evidente y cuantificable foco en temas que asustan a la ciudadanía, durante las últimas elecciones presentó la entrevista más larga de la historia de la TV chilena, ¿adivinen a quién?

En pedir no hay engaño

Bueno, luego de haber tirado todo este HTML con ventilador**, hago mi solicitud, como ciudadano, a quienes admistran medios masivos de comunicación en Chile, tanto estatales como privados:
Necesitamos prensa responsable, independiente, diversa.
La ironía que me produce cierto alivio es que -prácticamente a lo Michael Moore- El Mostrador, medio totalmente privado pero transparente, terminó siendo más responsable y ejerciendo un periodismso más profesional que La Nación, diario que debería ser de todos los chilenos.

Aclaración*** Hasta ahora me desempeñaba esporádicamente como consultor y columnista para nacion.cl . Actualmente estoy asesorando a El Mostrador en temas tecnológicos y de web 2.0.


* Traducción por si alguien se enoja con el gringuismo: Provoste no es la cuestión

** HTML es el lenguaje base en el que están expresados los contenidos de los sitios web, como éste.

*** Disclosure, por si alguien se enoja conmigo por no usar el gringuismo.