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Ignacio Rodríguez de Rementería

Con un ojo en la mano: mirando


Si. Sucumbí a la tentación. Gasté plata que no tenía, pues mi fiel Ericcson t39m --que sobrevivió varias zambullidas en la tina, decenas de caídas y hasta un lavado de máquina con centrifugado-- finalmente cumplió su vida útil y tuve que salir de urgencia a comprar otro.

Y resulta que el juguetito nuevo, además de hablar Bluetooth y GPRS, email, web, Java y otras artimañas, tiene cámara. Y claro, no le da ni para un megapixel --hasta mi cámara de video saca mejores fotos-- pero andar con un ojo en la mano me da una sensación parecida a la del primer walkman.

El mundo cambió totalmente. Tener una cámara todo el tiempo en el bolsillo o en la mano me ha hecho poner el foco (no pun intended) en mirar, algo de lo cual la vida diaria me había distraido un poco.

Mirar es un tema
Para un miope de toda la vida, mirar es un tema; no porque veamos mal, pues tenemos la tecnología (lo reconstruiremos). Pero al crecer viendo con dificultad, nuestra velocidad de reconocimiento de imágenes se reduce. A algunos de nosotros (por ejemplo a Wim Wenders), nos gustan las imágenes sencillas, ojalá en una ventana, pantalla, tela o papel, con un marco o límite que ayuda a que no nos distraigamos, y nos gusta tener tiempo para ver lo que hay en la imagen, para entender.

Durante el día, en la vida diaria, en la ciudad... o incluso en la otra ciudad --o viajando entre ellas-- todo pasa a una velocidad tal que cuesta hacer ese ejercicio, leer la información, abrazar la emoción, entender las formas, lo que va y lo que viene, lo que era y lo que será. El efecto complementario es que nos podemos perder en esta velocidad, pues nos cuesta saber de dónde venimos, hacia dónde vamos, quién somos.

Sacar una foto por aquí y otra por allá, de cosas que llaman la atención, sirve para atesorar, re-leer, analizar, sentir, reflexionar y hasta tomar decisiones. Con calma. Con inteligencia. Había notado este efecto antes con la imagen en movimiento, cuando aprendí a hacer cámara y estudié un poco el cine como técnica y género. Pero ahora con este ojo en la mano es otra cosa. No se trata de andar de turista haciendo fotos de paisajes. Es algo más cotidiano, concreto, real, pues el teléfono va conmigo a todas partes.

Una de las gracias además es que la calidad de la cámara del teléfono es tan mala, que alguien con pretenciones pro no tiene posibilidad alguna de que la cosa se vea "bien", lo cual es extremadamente liberador.

Lost and found

Ahora, hay algunas imágenes que están quedando en mi... y yendo conmigo a todas partes. Es como un truco, lo se. El poeta andará con cuaderno, el músico con guitarra, y una persona común y corriente como yo... con qué? Con la mente. Pero mi mente se marea de tanto ruido en la vida cotidiana. Entonces el ojo en la mano este es como un torpedo pero al revés. Un torpedo para no olvidar lo que veo y que me importan.

Hace poco leí algo donde una eminencia bloguera dice que los blogs sirven para crear la memoria de la humanidad. Con tanta información que nos sobrepasa día a día, tiene todo el sentido del mundo. Mejor tratar de no meter todo en la cabeza e ir haciendo este backup y así dejamos espacio en el alma para las cosas de aquí y ahora.

Detalle técnico

El Motorola v555 --o al menos el que tengo yo-- tiene la curiosa costumbre de que la imagen que salva a su memoria no es la misma que muestra cuando saca la foto. Dicho de otra manera: uno nunca sabe si la foto que se grabó quedó bien. Aunque con cuidado y sacando varias alternativas en general uno se las puede arreglar. Igual: me debato entre seguirlo usando (y tal vez hackearle el firmware con una versión mas nueva o algo así) o devolverlo. Alguien más tiene este mismo modelo y ha experimentado lo mismo?