La TV seguirá el camino del podcast, el broadcaster será desintermediado

Si bien ISDB-T y otras normas de broadcasting digital tienen posibilidad de pay-per-view, me parece que ese modelo tiene corta vida, pues ninguna forma de pago puede competir con gratis o feels like free (se siente como gratis).

Mientras, es más eficaz desde el punto de vista social destinar el espectro abierto a una mayor posible audiencia, que además es dueña de dicho espectro y por ende el mandato de que sean emisiones públicas.

Subvención, feels like free y P2P

Consecuentemente, para programación de interés masivo y tiempo real (ejemplo por excelencia: las noticias), seguirá habiendo TV abierta, pública, inalámbrica o via cable, sea analógica o digital, y con avisaje contratado y/o subvención, especialmente para contenidos asociados al interés del país. Esto no quita que esos contenidos también se puedan llevar a plataformas de pago, incluso la misma Internet (que en general no es gratis), pero como complemento.

Existen por otra parte contenidos de interés más focalizado, por ejemplo aquellos conocidos como feature o premium. Cada vez más, los usuarios están descargando por Internet cine y seriales audiovisuales, consumiendo dichos contenidos a la hora que quieren, en el soporte que quieren a través de redes p2p, donde no existe un servidor centralizado, en vez de ello la fuente para descargar se ubica en cientos o miles de computadores de usuarios que lo descargaron primero.

Juan Varela propone que "la televisión por internet y sus servicios interactivos será el motor de la banda ancha", creo que tiene razón pero pienso que los contenidos ya son el motor de la banda ancha: es evidente que la demanda por descargar mp3 fue motivación principal de muchos usuarios en los 90 para pasar de conexiones conmutadas a conexiones persistentes y de 1 Mbps o más. Hoy la demanda es grande también por la descarga de cine y series, y para el usuario común es lo único que justifica conexiones de 4 Mbps o más.

Los creadores de contenidos están desesperados buscando formas de cobrar por sus productos, en Europa por ejemplo vemos cómo el gremio ha abogado por convertir la TV pública en TV de pago. Mientras, empresas proveedoras de acceso a Internet se han enriquecido gracias a la demanda de sus usuarios por banda ancha para descargar esos contenidos, cuyos creadores han tenido dificultad para participar de ese negocio.

Es demasiado tarde para las plataformas de TV de pago. Los usuarios se acostumbran al feels like free de la Internet y cada muro que se intenta poner alrededor de un contenido resulta en un incremento de la descarga vía p2p. Para los nativos digitales los contenidos compartidos son algo normal, la idea de tener que pagar por un contenido es tan ajena como la cinta magnética y los disquetes.

Pero, ¿y si no fuera ilegal? Para que el pago por contenidos tenga éxito masivo, el usuario necesita sentirlo como gratis, por lo tanto quedan dos posibilidades: por un lado el modelo del avisaje incrustado que actualmente está en crisis, y que al segmentarse puede tener mayor valor tanto para usuarios como para avisadores, y por otro lado el modelo radial.

Legalizar el p2p o incrustar el avisaje

Una manera de sanear el proceso es ir hacia un modelo similar al radial, donde el proveedor de acceso a Internet comparta el negocio que hace con los proveedores de contenidos. No es fácil de explicar, ni menos fácil de implementar, pero es una solución para el problema del "trato justo".

Puesto que las reformas legales y los cambios de mentalidad necesarios para una solución así son muy difíciles, la única solución por el momento para hacer legal la descarga via 'net de contenidos premium es acompañarlos de avisaje contratado. Es lo que han comprendido NBC, News Corp. y Disney con su experimento Hulu, que ofrece streaming gratuito sobre Internet, por el momento sólo en gringolandia.

Aparecerán otros Hulus, otros intentos de intermediar, pero ninguno podrá ser tan costo-efectivo como el p2p, por lo tanto la solución incrustar el avisaje en el contenido, de manera que cada descarga de cada contenido genere un pago por atención, canjeable para el creador del contenido.

Probablemente lo que se viene es la desintermediación del broadcaster a nivel comercial, donde los creadores de contenidos acuerden directamente la incrustación de avisos en sus programas u otros modelos mixtos. No hay para qué reinventar la rueda. Ya sucedió con los podcasts, y gente como Leo Laporte y muchos otros viven crecientemente de dicho formato.

La media crisis

Una muy personal reflexión sobre lo que está pasando.

Estamos en medio de ella.

Ella está presente en cada reunión de directorio, en conversaciones de pasillo, incluso en algunas pautas. Está como un temor en cada periodista, muchos publicistas, más de un infógrafo e incluso uno que otro fotógrafo, músico, sonidista y montajista.

Vino la Internet y lo reintermedió todo

Al principio los diarios, magazines, radios y estaciones de TV estuvieron presentes porque no podían permitir que su marca no se asociara a una URL. Era como un juguete medial, un costo promocional, y daba lo mismo el contenido, la cosa era estar.

Frente a las narices de gerentes y áreas comerciales, los sitios web crecieron en audiencia y demanda. En algunos casos, la vanguardia presente al interior de estas empresas comprendió que había que satisfacerla y desarrolló algún hack para reciclar contenidos. Todo parecía ir sobre ruedas.

En ocasiones incluso generaron ingresos -gracias a algún avezado vendedor que entendió de banners y CPM. Quizás en esos casos se vislumbró el potencial, y a pesar de la cultura monolítica y la resistencia al cambio, se desarrollaron algunos medios Internet como negocio.

Mentalidad de papel

El avisaje contratado surgió en la Internet como una imitación del papel y la TV. En la forma de piezas gráficas fijas o animadas, se presentaban avisos de promoción de productos a cada lector, por los miles, y que cada vez que el usuario accedía a una página se producía una "impresión".

Mientras, las gerencias comerciales dormían plácidamente sobre laureles acumulados por años, de vez en cuando abrían un ojo y veían el gran número de impresiones con satisfacción. Hasta que de pronto los números cambiaron de dirección.

Los usuarios, acostumbrándose a una creciente oferta de contenidos gratuitos, dejaron de comprar papel y sintonizar la TV (y comprar discos, y arrendar películas, etc., pero esa es otra historia).

La audiencia electrónica siguió creciente, los publicistas reaccionaron y comenzaron a medir la efectividad del avisaje, y entonces todo cambió.

Banner blindness

A diferencia de las estadísticas de papel, en medios digitales la interacción se puede medir, y se demostró que la relación entre una impresión y una visualización no es 1 a 1. Los usuarios no ven los avisos, sus miradas los evitan de manera automática, ya que no tienen relación alguna con sus intereses.

A posteriori, es fácil decirlo: bastaría con incrementar la segmentación, presentar avisos relacionados con el contenido, de esa manera el usuario verá los avisos porque serán de su interés. Pero es ya tarde en muchos casos.

Las áreas comerciales no pudieron prever esta situación, y el dinero no crece en los árboles ni es sub-producto de la fabricación de papel. En muchas empresas de contenidos, los despidos y la falta de inversión son lo normal.

En algunas de esas empresas, la espiral no tendrá vuelta. Para cuando se den cuenta de lo ocurrido los números ya no volverán a ser azules, el edificio ya será propiedad del banco y la marca habrá perdido valor comercial, será sinónimo de the good old days.

Otras empresas se están adaptando a tiempo, invirtiendo en la experticia y tecnología necesaria, abriéndose a nuevas maneras de funcionar menos celosas y más colaborativas, deshaciéndose de negocios lastre. Lo más irónico es que esa tecnología es barata, mucho más barata que la del papel, a veces incluso gratis. Y esa experticia ya está en muchas escuelas de periodismo.

Diseño centrado en el usuario

Esta frase lo dice todo, pero no basta cuando una organización está luchando con el lastre de haber funcionado de forma totalmente diferente por décadas. Tan importante como saber lo que hay que hacer es saber lo que no hay que hacer, y para eso existe una frase también, lo que hay que evitar: diseño centrado en el gerente (idea original del buen Rodrigo Guaiquil, si mal no recuerdo).

Si eres periodista, publicista, diseñador, camarógrafo o ejerces otros oficios en un medio de comunicación, es un buen momento para preguntarte a cuál de estos dos grupos pertenece la empresa para la cual trabajas. Lo mismo vale si se trata de tu propio emprendimiento, o si estás a la cabeza de una de estas empresas. Es un buen momento para tomar distancia, ver lo que ocurre y enmendar el rumbo.

En cada crisis hay una oportunidad. La decisión es tuya.

Aún tenemos prensa, compañeros: portada de La Nación de mañana


Los lectores no somos estúpidos.

Había pensando en un largo texto sobre el estado actual de la comunicología política chilena, en cómo algunos expertos en campañas creen que los lectores somos oligofrénicos, lo impresentable de que un ex presidente y candidato se niegue a ir a Chilevisión y que el dueño de Chilevisión censure a La Nación.

Y entonces sonó el teléfono, y me enteré de que Lorena Ferraro, periodista del diario La Nación acreditada para cubrir el comando de Sebastián Piñera, fue removida a la fuerza del evento de proclamación del empresario.

Así con esa famosa frase: por la razón o la fuerza.

Entonces, en vez de una larga reflexión acerca de los publicistas de candidatos y su desprecio por nuestra inteligencia, preferí conversar vía Twitter acerca de lo ocurrido, y aportar otra reflexión, más optimista y constructiva, que dice así:

Todavía existe en Chile el periodismo que confía en la inteligencia de sus lectores. Les dejo con la portada de La Nación de mañana.

Mientras, me río un poco de quienes creen que potenciando más o menos determinadas marcas periodísticas pueden manipular nuestra percepción de la realidad. Ya no es tan sencillo.

Nota para los lectores más jóvenes, el guiño es en referencia a tiempos de la dictadura, en que las revistas de la resistencia -censuradas por la represiva institucionalidad de esos años- publicaban páginas con columnas en blanco, para evidenciar que faltaba contenido censurado.

Aclaración: trabajo como consultor para algunos proyectos de La Nación, pero mi opinión es personal y no está a la venta.

Ignacio Rodríguez de Rementería