Ignacio Rodríguez de Rementería

La telefonía P2P, universal y gratuita, a punto de dejar de ser una utopía: Serval

¿Te imaginas que, en vez de esperar que exista la utópica Internet estatal gratuita, la ciudadanía cree su propia Internet? Se están dando los primeros pasos con la telefonía P2P, que acaba de dejar de ser una utopía gracias al proyecto Serval.

Del sitio de Serval:
Las comunicaciones no deberían ser sólo para los afortunados — la comunicación debería estar disponible libremente para cualquiera, porque creer que la comunicación debería ser un derecho humano.
Pero quizás lo más interesante es que no se trata sólo de una consigna. Según ellos han construido un teléfono universal P2P en software que corre sobre Android, y una plataforma de numeración que han llamado DNA.

La tecnología de Serval –además de operar directo entre teléfonos con su software– permite que los dispositivos conecten llamadas con la red telefónica normal; si un teléfono está fuera de alcance de la red celular pero se puede comunicar con otro Serval que sí lo está la llamada se puede realizar.
En el video se ve como prueban el sistema en un lugar remoto de Australia.

Entre líneas se lee que la tecnología que subyace es toda basada en datos, y perfectamente adaptable a crear una Internet paralela, que tampoco requiera infraestructura, pero interoperable con la Internet común.

Un sistema de comunicación que opera en modalidad P2P es intrínsicamente incensurable, indesconectable, porque no tiene elementos centralizados de los cuales dependa su funcionamiento total.

En estos días en que hemos sido testigos de lo importante que puede ser la comunicación no sólo en casos de desastre natural, también en el contexto de crisis política y social, cabe poner atención a este tipo de iniciativas.

El problema de la neutralidad de la red y el ancho de banda: la sobreventa

Hoy los chicos de Neutralidad Sí tuvieron acceso y publicaron un borrador del Reglamento de Neutralidad en la Red de la Subsecretaría de Comunicaciones. El documento, que debería recoger el espíritu de la Ley de Neutralidad y proponer un marco práctico para que los proveedores de acceso a Internet (sigla típica en inglés ISP) lo apliquen, contiene algunos puntos que han generado confusión, y uno en particular parece contradictorio con dicha ley:

Donde dice que
"se considerará como acción restrictiva a la neutralidad en la red toda aquella medida de gestión de tráfico y/o administración de red que tienda a bloquear, interferir, priorizar, discriminar, entorpecer, restringir y/o de cualquier forma obstaculizar el acceso a servicios, aplicaciones y contenidos de la red, que no haya sido expresa, debida y previamente informada a los usuarios por los medios regulados en el presente reglamento o que sea ejecutada de manera arbitraria o discriminatoria"
pareciera que el reglamento da "chipe libre" para usar "letra chica", como ya lo hacen por ejemplo las compañías móviles que pasado un límite bajan la velocidad a los planes que llaman ilimitados.

El elefante en la habitación: el ancho de banda real

Pero hay que entender lo que realmente está pasando, y es que durante mucho años los proveedores han sobrevendido su servicio, de manera que cuando un usuario contrata un enlace –por ejemplo– de 4 Mbps, con mucha suerte logrará tasas de transferencia internacional de más de 2 Mbps, y típicamente consumirá mucho menos. Salvo que use programas de p2p como Kazaa, Ares, Emule, Limewire, etc., entonces puede saturar los 4 Mbps y el usuario que hace eso tiene un costo mayor para el proveedor.

Por lo tanto es natural que el proveedor haga lo posible por limitar el uso de aquellos protocolos o modalidades de servicio que saturan su ancho de banda y aumentan sus costos. Por lo mismo es tan importante que la regulación no permita esos límites, y por eso nos asustamos con párrafos como el del documento aludido, que podrían permitir a los proveedores seguir abusando.

Tiene razón la Subsecretaría de Telecomunicaciones cuando –en su respuesta a la filtración del documento– dice que es necesario sincerar el mercado. Algunos creemos que la mejor manera de hacerlo es que las empresas cumplan lo que prometen, aunque eso signifique decir que los ADSL de 4 Mbps en realidad son un servicio promedio de 1.5 Mbps. Quizás no es sustentable pedir que las empresas de un día para otro cambien su forma de publicitar y hagan lo que muchos usuarios podrían percibir como un downgrade. Tal vez el espíritu del reglamento es ofrecer una solución intermedia, que permitirá a los ISPs mantener su esquema actual pero les obligará a explicitar los límites que imponen a los usuarios. ¿Sería eso un paso para adelante o para atrás?

Puede que en este tema parezca que lo que se juega sean unos principios idealistas comparables a la libertad de expresión, y si bien hay un poco de eso, lo que realmente se juega es la estructura de costos de algunas de las empresas que generan los mayores ingresos. La creciente dependencia de las conectividad para todos los quehaceres de la sociedad ha transformado a la Internet en uno de los negocios más grandes de la historia, cada punto de ancho de banda total puede representar millones diarios, y cada punto también incide en la calidad de servicio que los usuarios obtenemos a cambio de lo que pagamos.

Lo que está clara es la naturaleza del documento filtrado y lo importante que puede resultar para la calidad de servicio que tengamos. Por lo tanto los usuarios estamos llamados a estar atentos, informarnos e informar, tener debate al respecto y que tanto la autoridad como las empresas estén enteradas de que sabremos por quién no votar la próxima vez, con quién no contratar la próxima vez, etc. dependiendo de su actuar en los días que vienen.

Bien @mapardo. Atención políticos, empresarios, todos: cada teléfono puede ser un canal de TV en #Magallanes

Esta noche, en otro hito de la sociedad cada vez más empoderada por la Internet, @mapardo transmitió desde las afueras de Radio Polar en Punta Arenas una manifestación espontánea que sitió al ministro que el gobierno central envío a Magallanes a negociar.

Independiente del análisis que uno pueda hacer sobre los hechos mismos, lo más interesante del hito puede ser el impacto que tendrá entre políticos, empresarios, gente que viene ejerciendo poder a través del control de la información. Estas personas, a veces del otro lado de una brecha generacional respecto de los más conectados, aún no comprendían el poder que puede tener cualquier usuario con un teléfono con Internet.

Entender que cada teléfono puede ser un canal de TV, y tener en minutos una audiencia de miles de personas es fuerte. Este fenómeno ejerce lo que muchos creemos es el rol natural de la comunicación social, lo que antes dejábamos en manos del periodismo profesional: controlar a los que centralizan el poder para hagan bien su trabajo.

Por cierto, esto no es la negación del periodismo (independiente de que es –de hecho– periodismo), pero donde las empresas periodísticas no estén dispuestas a jugarse el pellejo, ahí mismo estaremos los ciudadanos llenando ese vacío, compensando esa necesidad.

Gracias a Miguel Angel Pardo, Andrea Urbano y otros por mostrarnos lo que se puede hacer desde la espontaneidad y honestidad de estar en el momento preciso y el lugar correcto, con la voluntad de compartir lo que está ocurriendo simplemente porque es importante.

Paisaje posible de la TV que viene: libre recepción pública y comercial vía Internet

Ayer en elquintopoder.cl, Chiara Sáez Baeza escribió un interesante análisis del proceso de digitalización de TV en España: TV digital ¿cómo asegurar un sistema sustentable y mejor que el actual?

Es una pregunta interesante, especialmente para los emprendimientos de TV que vienen, y también para las televisiones actuales. Pero la digitalización de la transmisión abierta, vía aire –un salto técnico que veníamos esperando años– hoy no parece tan relevante al lado de la tendencia que representa la TV vía Internet.

Creo además que la sustentabilidad está muy bien para la TV comercial, pero me parece relevante –particularmente en TV de libre recepción que usa espectro público– concentrar esfuerzo en TV que fomente desarrollo cultural, mientras la TV comercial puede irse moviendo a la Internet. Explicaré por qué:

TV sobre Internet: sustentable, versátil, revolucionaria

La TV comercial por definición busca segmentación del mercado, llevar contenidos –ya sea acompañados de avisaje pagado por terceros o mediante acceso pagado por el usuario– es por lo tanto una modalidad sustentable y más barata que tener señales múltiples usando transmisión masiva, requiriendo gran infraestructura de transmisión y espectro radial.

En Internet no sólo es más barata la transmisión, también hay ahorro en equipos terminales, donde se observa la Ley de Moore: los computadores son cada vez más baratos que los televisores, incluso muchos teléfonos móviles y tabletas pueden recibir y mostrar video desde Internet, y al conectarse a pantallas grandes se pueden tranformar en las "cajas sintonizadoras" de la nueva TV.

Adicionalmente, el video vía Internet es infinitamente más granular, ofreciendo tanto modalidades en vivo y en demanda, hipervínculos, señales múltiples, además de una rápida y transparente adaptación a cambios de calidad y funcionalidad.

Hay otro aspecto relevante: es difícil censurar los medios de comunicación vía Internet. No es imposible, pero sí insustentable para países pequeños; por ejemplo hoy Venezuela ni lo intenta aunque tiene leyes que lo permiten.

En definitiva, un proyecto de TV vía Internet puede partir con menos dinero y no tiene que rendirle cuentas al poder, eso es llevar a la TV lo que ya hemos visto pasar con los blogs, que se han ido convirtiendo en periódicos online competitivos y más sustentables que su competencia de papel.

La TV hipersegmentada, globalizada y comercial necesita un complemento

Ante todo ese potencial y la consiguientemente inevitable inundación de TVs de nicho por doquier, hay más razones para repensar la "gran TV", de libre recepción como un esfuerzo de interés público, que incremente la calidad de vida, y no como la necesaria plataforma mixta comercial y social que fue en el siglo pasado.

A la TV vía Internet, precisamente por no usar un recurso público, no se le puede exigir ni forzar a actuar en función del bien común, por lo tanto la TV abierta debe volverse más pública y social para llenar el vacío, para satisfacer necesidades comunicacionales de la población que el mercado no puede, como identidad nacional cultural, educación masiva e información de interés público en general.

La TV online ya tiene más audiencia que la TV abierta ¿qué crees que harán los avisadores?

Lo más interesante es que esto ni siquiera será algo cuestionable bajo el eje de la mirada política izquierda-derecha de más o menos Estado. La fuga de avisadores ocurrirá sin pedirle permiso a ningún gobierno y si no nos hacemos cargo como país de tener TV nacional, proyectos como TVN se quedarán sin recursos.

Es evidente por lo tanto que debemos volver a considerar a la TV como un gasto público, de la misma manera que es evidente en salud y educación, areas donde el mercado introduce más inequidad desarrollo país.

Un paisaje televisivo donde lo social está "al aire" disponible para todos en forma gratuita y lo comercial en Internet puede ser más sano que lo que tenemos hoy, donde el valioso recurso público del espectro está destinado a que unos pocos hagan lucro comercial, una escasez artificial y por lo tanto insustentable donde –si no se actúa con objetivos de bien común y largo plazo– veremos morir la TV de acceso público. Y quizás eso es lo que algunos quieren.

Gobierno de Chile y la Web, un tema pendiente


El 30 de diciembre el Gobierno de Chile emitió un documento con "lineamientos comunicacionales de plataformas digitales y sitios electrónicos", en el que se reflejan algunas buenas ideas pero se vislumbran problemas a la hora de llevarlas a la práctica.

A estas alturas hay consenso en la utilidad de la Web, lo importante de un buen diseño, el valor de poner a disposición de la ciudadanía información y funcionalidad, utilizar plataformas sociales en Internet para fines públicos.

Todo eso está muy bien, los políticos han aceptado la Web no sólo como una manera de publicitar sus ideas durante las elecciones, también entienden su rol como interfaz entre los organismos del Estado y los ciudadanos.

Pero aceptar y entender no implica tener la capacidad de llevar a cabo el incremento y mejoramiento de esa interfaz. De la misma manera en que no se coloca a un experto en educación a dirigir el Ministerio de Economía, no se debe colocar a un informático a diseñar la Web de un país.

Un error común que se comete en muchas empresas y organismos públicos es entender la Web como un ámbito tecnológico y no comunicacional, que es como encargarle a la imprenta escribir un libro.

El sitio Web es –antes que todo– un medio de comunicación. Que esa comunicación sea bidireccional y que abarque procesos y funcionalidades mucho más complejas que aquellas de la comunicación social tradicional no modifican esa predominancia.

Otro error común, que por suerte en algunas ámbitos ya no se está cometiendo tanto– es pensar el diseño de un sitio Web como el aspecto visual, y no como la arquitectura de una experiencia que –entre otros aspectos– incluye el visual.

Hoy el estado del arte del Web exige que lo que se diseña primero sea la interacción y estructura de contenidos. Lo visual es importante en la medida en que aporta lenguaje para el uso del sitio y secundario –pero no irrelevante– en que aporta identidad. Recordemos además que hay usuarios que no ven, no por eso dejan de ser usuarios y tener los mismos derechos al acceso.

En la actualidad el Gobierno de Chile parece estar cometiendo los dos errores mencionados, en especial el segundo, no por mala intención y ni siquiera por no considerar la Web como algo relevante, más bien por falta de experiencia con el tema. Digo el segundo porque entregar lineamientos que al final se traducen en una plantilla gráfica y una interacción fija es no entender que cada sitio debe ser altamente personalizado a su institución y usuarios.

Hay varios aspectos rescatables del documento del 30 de dic., quizás el principal es simplemente referirse al tema, pues se trata de algo importante para el país y no puede ser malo que la Ministra Secretaria General de Gobierno se refiera a él.

No se puede dejar de aplaudir que un gobierno decida seguir estándares de la W3C y publicar el contenido bajo licencia Creative Commons. También es muy valorable que se explicita "la participación de los usuarios a través de evaluaciones permanentes de sus procesos de desarrollo", esto es un vamos desde el más alto nivel a los estudios de usuarios y será bienvenido por los profesionales involucrados.

Pero hay otros aspectos que atentan contra lo más básico. Por ejemplo la instrucción de que "todos los sitios de gobierno que terminen en .cI y en.gov.cl deberán ser redireccionados a .gob.cl", además de ocasionar problemas técnicos y afectar la encontrabilidad de los contenidos, obligará a direcciones más largas, con los consiguentes problemas de recordación por un lado y de accesibilidad para usuarios con pocas destrezas tecnológicas.

Se vislumbra también en la instrucción, a través de documentos relacionados, la intención de uniformar los sitios Web de gobierno. Si bien en algunos aspectos esto podría ser positivo, en el caso de sitios complejos carece de sentido. Es imposible aplicar la misma plantilla al sitio de comunicaciones de un municipio que –por ejemplo– al sitio del Servicio de Impuestos Internos.

Lo más curioso es que ya se venía haciendo un esfuerzo –mucho más profundo– de definir lineamientos técnicos y comunicacionales para los sitios Web:

La Guía Web del año 2004, elaborada por reconocidos expertos en el ámbito de la comunicación Web, enseña cómo planificar y organizar el proyecto de desarrollo de un sitio, aportando metodología y buenas prácticas, criterios técnicos para pruebas, operación y actualización. El 2008 la versión 2.0 de dicha la guía profundizó las recomendaciones para el cumplimento de estándares, usabilidad y encontrabilidad.

Los que tenemos algo de experiencia en el desarrollo de proyectos Web entenderíamos como coherente una continuación de este camino, donde se podrían precisar más las recomendaciones y complementar los estándares con la asignación de personal, recursos e infraestructura para su implementación efectiva, facilitando de esa manera una coherencia natural en los desarrollos para distintos servicios del Estado.

En cambio, lo que el gobierno está entregando hoy es una plantilla Web y la promesa de un convenio marco, donde la ecuación se resuelve incorporando a privados –cuyo interés es el lucro y no el bien del país– para cumplir con objetivos de corto plazo. Mucho más interesante sería –en mi opinión– crear una entidad que desde el Estado trabaje con los otros organismos, desarrollando plataformas Web personalizadas a cada institución y capacitando sobre su uso.

El llamado al convenio marco aún no se ha publicado. Con suerte, puede ayudar a transparentar y mejorar por competencia y transparencia la relación de costo/beneficio de servicios contratados por el Estado en el tema Web, pero en mi opinión externalizar la Web es en general un error, porque su operación debe ser central al rol del Estado, y la incorporación de privados además de entorpecer procedimientos incorpora el lucro, aumentando los costos.

El Zeitgeist de la Web social: cada vez más "amigos" y cada vez más solos

A veces, aunque creamos saber lo que hacemos, no sabemos el efecto. Online, donde velocidad y cantidad de contactos van creciendo, sabemos cada vez menos quién es cada cual, y los otros cada vez menos quién es uno. 

¿Todos tus contactos en Facebook o "amigos" son de verdad amigos? ¿Que te hagan "me gusta" significa que de verdad leyeron, entendieron o sintieron algo? ¿Es equivalente a una sonrisa o un abrazo real? Tal vez no necesariamente. Por otro lado: ¿sabemos el efecto que provoca hacer "me gusta" o compartir algo? ¿No hacer algún gesto de reconocimiento online, no es como pasar caminando al lado de alguien en la calle y omitir saludar?

No lo digo desde la teoría, me ha pasado: resulta fácil apurarse demasiado, profundizar poco y equivocarse. Tras cada nickname suele haber una persona, y tras cada persona otras, pero sabemos poco de alguien por su perfil público y aunque haya suficiente información para hacerse una idea, poco sirve si no nos damos tiempo para saber. Además, aunque leamos todo lo que hay online sobre alguien, no conocemos todo su contexto ni su ánimo en el momento y por lo tanto no sabemos cómo leerá nuestros dichos o acciones online.

No lo estamos haciendo tan bien

Hemos conversado antes sobre la inteligencia colectiva, que tal vez algún día sea más inteligente que la suma de sus partes. Hoy ese potencial está en duda; Twitter tiene una relación señal/ruido que no es fácil de domar, Facebook ya ha filtrado información personal a empresas y estados, hay aplicaciones abusivas y pérdida de datos, las plataformas sociales son todavía incipientes en seguridad y fiabilidad.

Pero la cuestión principal no es cuantitativa o informacional, no es culpa de Twitter o Facebook, lo que en en esas plataformas ocurre está bajo control de nosotros, los usuarios. Hay un fenómeno cualitativo y cultural: nuestra sociedad, con sus guerras grandes y pequeñas, explotación del hombre por el hombre, clasismo, agresiones y abusos varios, genera ciudadanos con dificultad para valorar al otro, empatizar, cuidar, y hasta quienes intentamos hacerlo mejor nos podemos equivocar, porque estamos inmersos y vulnerables, no sólo frente a los dueños de las plataformas, también a causa de nuestra poca adaptación a este nuevo medio y su velocidad.

Volver a usar nuestra capacidad humana

Cuando digo adaptarnos, no me refiero a inalcanzables valores morales utópicos, en cambio apelo a algo propio del ser humano: nos distinguimos de los animales en que tenemos imaginación, y eso nos permite imaginarnos en el lugar del otro. Si dejamos de hacer ese ejercicio, nos convertimos en algo menos que humanos y poco más que partes de un engranaje gigante, en robots.

Esa vulnerabilidad se incrementa online, por la sobreoferta de información y porque en una pantalla no vemos la expresión corporal ni oímos la expresión sonora de las emociones, a riesgo de cosificar al otro y olvidar que se trata alguien como uno.

También corremos el riesgo de transformarnos en caza-clicks, caza-likes y dejar de salir al mundo a buscar la interacción real. Pon atención: es demasiado fácil hacer "me gusta" en lo que pusiste, alguien lo puede hacer sin haber leído, sin haber entendido, y como no le estás viendo la cara nunca sabrás.

Cada vez más contactos, y cada vez más solos

Hace días poco una tarde me acerqué al compu y descubrí que a pesar de casi 360 contactos de mensajería instantánea, miles de followers en Twitter, etc., en ese momento no tenía con quién hablar, porque no necesariamente los que estaban allí –online y listos para interactuar– se comprometerían conmigo en atención y cariño. En sus pantallas yo podría ser a penas un avatar más, una señal más, no necesariamente una persona.

Podemos tener a mano todos los medios para comunicarnos, pero ejercer con un otro la autorevelación requiere de su parte voluntad y creación de un espacio confianza. Para la mayoría de esos contactos y followers, ¿qué soy? Una foto, un nickname, una URL, sí. ¿Una persona?... formalmente sí, pero en lo concreto no necesariamente. Por eso siempre me ha parecido forzada la denominación "amigos" en Facebook. Esos no son tus amigos, son contactos. Tengo mucha suerte de que la mayoría de mis contactos en Facebook son amigos, pero hay gente que anda muy sola, con muchos contactos y la ilusión de muchos amigos, ojo.

¿Estamos preparados?

Por experiencia propia entonces, creo que esto es algo sobre lo cual debemos reflexionar, porque es un problema creciente. Si ayer se trataba de mensajería instantánea y blogs, hoy se trata de interacción social en tiempo real, geolocalización y ubicuidad, imágenes, audio y video, todo cada vez más público y difícil de controlar. Además ya no somos solamente los nerds o geeks, están nuestros padres y abuelos, hijos y nietos, clientes y proveedores, amigos y rivales, interactuando con nosotros y entre ellos cada vez más.

Tenemos mucho para aprender acerca de cómo socializar online

La masificación de la Internet nos está poniendo a prueba, y desde equivocaciones por falta de atención hasta el "trolleo", pasando por la rumorología y otras formas de abuso online dan cuenta de que no siempre pasamos la prueba.

Bajar las revoluciones, incrementar las reflexiones

El pensador francés Paul Virilio advirtió lo que llama "accidente global", y entre los factores de riesgo está la velocidad. Sostiene que cada cambio cualitativo en la tecnología ha sido un cambio en dicho vector; el caballo, la rueda, el fuego, la imprenta, la electricidad, etc. han ido acelerando el quehacer humano. Es posible que la Internet es una velocidad para las cual nuestras mentes no están preparadas, no podemos poner la atención necesaria, ante tanta interacción la atención se hace escasa.

En una entrevista en El País, Nicholas Carr se refiere al asunto de la siguiente manera: "La habilidad de concentrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo plazo, en el pensamiento crítico y conceptual, y en muchas formas de creatividad. Incluso las emociones y la empatía precisan de tiempo para ser procesadas. Si no invertimos ese tiempo, nos deshumanizamos cada vez más".

Quiero aportar además la siguiente reflexión: que nos equivoquemos así, que no pongamos atención, que no valoremos la calidad de vida de nuestros cercanos y de nosotros mismos, puede ser funcional a los intereses de negocios que se benefician con esa velocidad. La frase tradicional de que el tiempo es dinero, el rol del dinero prácticamente como religión en la vida de las personas y la noción de que sobre Internet se incrementa la economía de la atención deberían hacernos reflexionar acerca de para quién estamos trabajando. Ni Facebook ni Twitter te van a decir que vayas más lento, que leas menos y mejor, que pongas más atención en menos contactos, etc., porque no les conviene, así como la multitienda no te dirá que no te endeudes.

Probemos darnos el tiempo, ver documentales como el Zeitgeist Addendum. Aún reconociendo el problema que mencioné, no dejo de tener cierta fe en que podemos hacerlo mejor, detenernos a conversar y aprender algo de todo esto. Eso parte por nosotros, no solo cada uno, también nosotros,  eso que es más que la suma de las partes, porque se trata de una pregunta cuya respuesta nadie puede construir aislado.

Dave Winer lo hace de nuevo: reinventando la Web

¿Qué pasaría si juntamos el blogging, el microblogging, RSS, etc. en una sola funcionalidad? Es lo que propone Dave Winer, el inventor del RSS, ese engranaje fundamental de lo que hoy conocemos como la Web.

Winer integra lo que hoy hacemos en Twitter, Facebook, Tumblr en una idea unificadora, a partir de una herramienta liviana donde el usuario ingresa un contenido, sea largo o corto, y –mediante RSS– dicho contenido y metadatos se hacen disponibles y son notifados en la Web de tiempo real.

Algo similar experimentamos algunos usuarios que hemos conectado nuestro blog con Twitter, nuestro Twitter con Facebook, etc. Así por ejemplo esto que escribí se notifica por Twitter y Facebook automáticamente. Pero donde este texto vive en Blogger, Dave propone que viva en una webapp más sencilla, y mientras la conexión que yo hice para la automatización requirió configuración caso-a-caso de varios servicios, la idea es que se estandarice vía RSS (eso no le va a gustar a Facebook).

El post de Dave explica la idea con más detalle.

Sitios de televisión chilena

Mirando las estadísticas, he notado que llegan muchos usuarios a canal.cl buscando sitios de TV, señal online, etc., así que aquí algunos links para facilitar esas búsquedas: