No ha sido CNN, ni BBC, ni Fox News ni CBS, no han sido The Guardian ni The New York Times ni Le Monde; las imágenes, sonidos, comentarios y análisis que han dado la vuelta al mundo para informar sobre la revuelta popular en Egipto han sido principalmente de Al Jazeera, para sorpresa de muchos, un canal de TV del Estado de Quatar.
Todos quienes tenemos relación con el oficio de comunicar lo sabemos, no es ningún secreto que hay una crisis. El periodismo, que gracias a su venta en paquete con el soporte físico (papel, distribución, TV, radio) podía hasta hace poco financiarse mediante combinaciones de pago directo y publicidad, se ha visto des-agregado gracias a la masividad de la Internet.
Como respuesta, algunas empresas periodísticas intentan financiarse en Web con venta de publicidad, pero las áreas comerciales no han logrado explotar bien dicha posibilidad. Otras, en busca de replicar un modelo como el del periódico de papel, intentan cobrar por sus contenidos.
Pero hay una tercera vía, sobre la cual dichas empresas y sus asesores no suelen hablar en público: el financiamiento estatal.
Las actividades relevantes para la sociedad, cuando no pueden ser solucionadas por el mercado, deben ser abordadas por el Estado en pro del interés común. Eso es un consenso entre casi todas las ideologías políticas que gobiernan el mundo hoy. Resulta coherente entonces, que si el periodismo ha dejado de ser un buen negocio para privados, el Estado debe asumirlo como una actividad a financiar.
Naturalmente, cada vez que se menciona la idea de hacer periodismo financiado por el Estado, especialmente en provincias dominadas por el neoliberalismo, expertos ponen el grito en el cielo, que el periodismo tiene que ser independiente, que los gobiernos intervienen el contenido, etc., como si el periodismo financiado por intereses privados pudiera ser más objetivo, libre del interés de avisadores, propietarios, etc.
En contreto, cualquiera que haya visto la cobertura de Al Jazeera sobre lo ocurrido en Egipto no podrá negar el periodismo de excelencia, comprometido con informar, dando espacio a todas las partes, respetando fuentes, atribuciones, haciendo curaduría de contenidos ciudadanos e incluso cediendo su material con licencia Creative Commons.
Se están acabando los argumentos en contra. Quizás en otra escala, con otros énfasis, pero se hace evidente –especialmente viendo la precaria calidad del periodismo a merced del mercado– que en estas comarcas hace falta una TV estatal dedicada a informar y educar.
Por cierto, también creo que hay espacio para que haya más TV privada, incluso TV de guerrilla, una cosa no quita la otra, pero necesitamos como complemento una buena TV pública, cosa que hoy no tenemos.