2011/01/20

El problema de la neutralidad de la red y el ancho de banda: la sobreventa


Hoy los chicos de Neutralidad Sí tuvieron acceso y publicaron un borrador del Reglamento de Neutralidad en la Red de la Subsecretaría de Comunicaciones. El documento, que debería recoger el espíritu de la Ley de Neutralidad y proponer un marco práctico para que los proveedores de acceso a Internet (sigla típica en inglés ISP) lo apliquen, contiene algunos puntos que han generado confusión, y uno en particular parece contradictorio con dicha ley:

Donde dice que
"se considerará como acción restrictiva a la neutralidad en la red toda aquella medida de gestión de tráfico y/o administración de red que tienda a bloquear, interferir, priorizar, discriminar, entorpecer, restringir y/o de cualquier forma obstaculizar el acceso a servicios, aplicaciones y contenidos de la red, que no haya sido expresa, debida y previamente informada a los usuarios por los medios regulados en el presente reglamento o que sea ejecutada de manera arbitraria o discriminatoria"
pareciera que el reglamento da "chipe libre" para usar "letra chica", como ya lo hacen por ejemplo las compañías móviles que pasado un límite bajan la velocidad a los planes que llaman ilimitados.

El elefante en la habitación: el ancho de banda real

Pero hay que entender lo que realmente está pasando, y es que durante mucho años los proveedores han sobrevendido su servicio, de manera que cuando un usuario contrata un enlace –por ejemplo– de 4 Mbps, con mucha suerte logrará tasas de transferencia internacional de más de 2 Mbps, y típicamente consumirá mucho menos. Salvo que use programas de p2p como Kazaa, Ares, Emule, Limewire, etc., entonces puede saturar los 4 Mbps y el usuario que hace eso tiene un costo mayor para el proveedor.

Por lo tanto es natural que el proveedor haga lo posible por limitar el uso de aquellos protocolos o modalidades de servicio que saturan su ancho de banda y aumentan sus costos. Por lo mismo es tan importante que la regulación no permita esos límites, y por eso nos asustamos con párrafos como el del documento aludido, que podrían permitir a los proveedores seguir abusando.

Tiene razón la Subsecretaría de Telecomunicaciones cuando –en su respuesta a la filtración del documento– dice que es necesario sincerar el mercado. Algunos creemos que la mejor manera de hacerlo es que las empresas cumplan lo que prometen, aunque eso signifique decir que los ADSL de 4 Mbps en realidad son un servicio promedio de 1.5 Mbps. Quizás no es sustentable pedir que las empresas de un día para otro cambien su forma de publicitar y hagan lo que muchos usuarios podrían percibir como un downgrade. Tal vez el espíritu del reglamento es ofrecer una solución intermedia, que permitirá a los ISPs mantener su esquema actual pero les obligará a explicitar los límites que imponen a los usuarios. ¿Sería eso un paso para adelante o para atrás?

Puede que en este tema parezca que lo que se juega sean unos principios idealistas comparables a la libertad de expresión, y si bien hay un poco de eso, lo que realmente se juega es la estructura de costos de algunas de las empresas que generan los mayores ingresos. La creciente dependencia de las conectividad para todos los quehaceres de la sociedad ha transformado a la Internet en uno de los negocios más grandes de la historia, cada punto de ancho de banda total puede representar millones diarios, y cada punto también incide en la calidad de servicio que los usuarios obtenemos a cambio de lo que pagamos.

Lo que está clara es la naturaleza del documento filtrado y lo importante que puede resultar para la calidad de servicio que tengamos. Por lo tanto los usuarios estamos llamados a estar atentos, informarnos e informar, tener debate al respecto y que tanto la autoridad como las empresas estén enteradas de que sabremos por quién no votar la próxima vez, con quién no contratar la próxima vez, etc. dependiendo de su actuar en los días que vienen.