Este mes se cumplieron 40 años del fallecimiento de la icónica cantora, poeta, artista visual, gestora cultural, líder, madre y abuela que marcó la vida de su familia, de mi familia, del movimiento cultural de una época y de las artes y letras de Chile y el mundo.
El año pasado escribí algo a propósito del aniversarsario de su nacimiento. A principios de febrero en cambio se recuerdó su muerte. Por alguna razón que hoy no intentaré entender, los medios de comunicación chilenos al parecer encuentran más importante conmemorar su suicidio que su llegada al mundo.
Bueno ya que estamos en eso, puede ser buena ocasión de pensar en todas las otras Violetas, Celans, Pizarniks, Plaths, Stornis. Liras y tantas otras personas que se acercan a lo divino con su trabajo y toman en sus manos la decisión de terminar con su existencia humana. Qué le pasa a nuestra sociedad, que no logra contener y apoyar a estas personas? Cómo le retribuímos a los artistas el regalarnos inspiración para nuestras emociones y sentimientos más elevados? El ser el espejo de nuestras almas, no podría ser un oficio tan respetado como el de los médicos, ingenieros y abogados?
Hoy amo la vida incluso cuando tengo pena, pero comprendo la angustia que puede llevar a un ser humano a querer terminar con su vida, y a pesar de la profunda admiración y respeto que me inspiran quienes cultivan ese oficio, siento alivio de no dedicarme a la poesía, un oficio peligroso!