Eso es lo principal que quiero expresar acerca de lo ocurrido con un grupo en Facebook, con más de 26 mil usuarios y dedicado el grupo musical que cariñosamente hemos llamado desde niños como "los Inti".
Hoy la marca Inti-Illimani parece estar representando más valor comercial que de otro tipo, y eso me parece un triste espectáculo. Si la farándula respecto al show business de juguete en esta orilla del mundo ya es patética, la rencilla entre quienes alguna vez cantaban no por tener buena voz sino por sentido y razón es simplemente impresentable.
A un miembro del Inti-Illimani le dije una vez, con mucho respeto y cariño, que en mi opinión el grupo como lo conocíamos en su forma original ya no existe, que él y todos sus ex miembros son excelentes músicos y poetas, con mucho que decir, y no deberían tener necesidad de hervir el hueso de una marca como excusa para hacer su arte.
La pugna sobre la marca hoy lo único que hace es alejarnos de lo que el Inti-Illimani representaba, de lo que significaba para quienes vivíamos los embates de la dictadura y hallábamos allí, en esa ritualidad de la música, un espacio para pensar y sentir en grande y en grupo, para preguntarnos y contestarnos quiénes éramos.
Mi papá se debe estar dando varias vueltas en su tumba.
La historia casi completa está contada por Pablo Morris en su blog, allá también hay una conversación interesante, a la cual invito a aportar.