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Ignacio Rodríguez de Rementería

Uso público de Wi-fi en Chile podría degradarse por redes de privados como Stel

Lo que los periodistas llamarían "polémica" comenzó en Maipú: se está autorizando a una empresa llamada Stel implementar red para comercializar Internet, con antenas que molestan a los vecinos. Pero además de lo visual, se trata de una enajenación del territorio electromegnético de los vecinos, y eso es un asunto interesante.

La empresa Stel, cuya propiedad mayoritaria recae en su gerente general Alejandro Ulloa Azocar, cuenta con permiso (y está solicitando más) para usar 2.4 GHz con hasta 0.7W + 7,4 dBi y 5.8 GHz con hasta 0.2W + 7 dBi, para dar acceso Internet y VoIP en hogares.

Presumiblemente, usarían 2.4 GHz para dar acceso a clientes y 5.8 GHz para intercomunicar postes en modo mesh, donde todos son ruteadores y la red se adapta dinámicamente al ancho de banda requerido. Todo eso es muy interesante técnicamente, pero tiene una alarmante externalidad:

Para su "última milla" los 2.4 GHz que la empresa usaría corresponden a la misma banda del espectro "wi-fi" que usamos en cientos de miles de hogares para compartir conexiones. Si bien wi-fi, Bluetooth y otras tecnologías que operan en 2.4 GHz incluyen mecanismos de reducción de interferencia, la capacidad para compartir el espectro no es ilimitada, por lo tanto habrá interferencia. De hecho (ver más abajo) en algunos barrios ya hay problemas de interferencia sin Stel. Con Stel sólo puede ser peor.

Marco legal injusto

Examinando la normativa vigente, nos podemos encontrar con la resolución ministerial núm. 755 exenta del 15 de julio de 2005 que autoriza usos limitados sin necesidad de licencia explícita para usos no-comerciales en recintos cerrados (ver también la resolución ministerial núm. 745 del 8 de junio del 2004). Todo esto está muy bien, salvo que la autoridad puede además autorizar a privados a usar la misma banda para usos comerciales, y eso está muy mal.

No sólo mal técnicamente, por posible interferencia; mal bajo conceptos de administración de justicia y distribución de riqueza, pues no es justo que se permita al privado usar (e interferir con) espectro de uso ciudadano (ej.: wi-fi) pero no se permita a los ciudadanos usar por su cuenta el espectro asignado a privados (ejemplo: GSM, 3G, trunking, etc.)

Licencia para matar (tu wi-fi)

En el caso de Stel, la compañía contaría con autorización especial, de manera que su derecho a usar el espectro prevalecería por sobre el de la ciudadanía (eso somos nosotros). Así Stel ahorra costos en infraestructura, pero el costo lo pagamos los usuarios pues se afectarán nuestras redes wi-fi.

Las normas citadas establecen que si nuestra pequeña estación wi-fi casera interfiere con alguno de los cientos de postes de Stel, tenemos que cesar su operación. Un asunto perverso, puesto que la empresa tiene interés natural en privilegiar su servicio por sobre lo que el usuario ya podría tener.

La posiblidad de interferencia no pertenece al ámbito de las teorías conspirativas o la ciencia ficción. Es un hecho que en algunos barrios de Santiago la banda de 2.4 GHz está prácticamente saturada, he experimentado el problema en persona y estamos llegando a un punto en que no se trata de elegir el canal libre , hay que optar por el canal con menos interferencia.

Este gráfico no es muy didáctico pero muestra la abundante densidad de redes wi-fi en el barrio donde vivo:



Nótese la presencia de al menos tres redes en cada uno de los canales 1, 6 y 11. El canal 8 se superpone (e interfiere) los canales 6 y 11. En el caso del canal 6 he comprobado que tengo menor rendimiento y alcance si comparto dicho canal con los vecinos, y eso que sus routers no están arriba de postes y con antenas de alta ganancia.

La autoridad como Robin-Hood pero al revés:

Lo más irónico de todo, es que dicho espectro nos pertenece a los ciudadanos. El Estado es el encargado de regular su uso para que se pueda aprovechar en aplicaciones que requieren equipamiento e inversiones que no están al alcance del usuario.

Por eso es perfectamente razonable que se asignen bandas y otorguen concesiones para servicios como radiofonía, televisión pública, telefonía e Internet móvil, pues su existencia representa claramente un valor para la ciudadanía, y dichas concesiones se deben otorgan en exclusividad territorial y de frecuencias para evitar interferencias.

Territorio electromagnético: clave para disminución de brecha digital

Pero el caso del wi-fi es totalmente distinto. Se ha demostrado que una persona, familia, empresa, entidad educativa e incluso un municipio son perfectamente capaces de operar exitosamente sus propias redes.

Wi-fi facilita y baja los costos de implementación de acceso masivo a Internet en colegios, universidades, bibliotecas y hogares, siendo elemento clave en la reducción de la brecha, especialmente en comunidades donde permite conexión en espacios públicos.

Hoy se estima que entre un 33 y 36% de los hogares cuentan con acceso a Internet de banda ancha. El gobierno ha manifestado el propósito de llevar ese número a un 50%. Es entonces esencial que bandas donde opera dicha tecnología se mantengan despejadas, disponibles para uso ciudadano, municipal, etc.

Un error evidente, pero corregible:

La concesión por parte del gobierno de espectro en 2.4 y 5.8 GHz a privados es una transgresión para los usuarios y un error técnico. Habrán conflictos por interferencia que usuarios no podrán detectar o solucionar fácilmente, por no tener la experticia técnica y también porque la ley favorece al privado autorizado, y dicha interferencia será perjudicial tanto para usuarios como para la empresa autorizada.

El error es particularmente obvio considerando que existe espectro, tecnología y mecanismos de concesión para usar espectro sin necesidad de interferir con wi-fi. En el caso específico de Stel, se podría haber asignado espectro en 2.5 a 2.6 o 3.6 a 3.8 GHz.

Luego de un aumento de capital $1.200 millones en enero del 2010 (DF), Stel ha solicitado autorización para instalar más de 700 postes con wi-fi en la Región Metropolitana. Por lo tanto es urgente una reforma legal, que deje totalmente despejadas las siguientes bandas, reservadas exclusivamente para uso no-comercial y evitar así un desastre tecnológico:
868 a 870 MHz
902 a 960 MHz
2400 a 2490 MHz
4910 a 5875 MHz
Ahora bien, tampoco se trata de matar un interesante emprendimiento chileno, y hay alternativas:

Ya que se la ha otorgado permiso a Stel para operar en Maipú y la empresa ha hecho inversiones, propongo que autoridad instruya a Stel operar su infraestructura existente de acceso a clientes sólo en canal 14 de 2.4 GHz, dicho canal no interfiere con los que habitualmente se usan en Chile para wi-fi (1 al 11). Los canales 12 y 13 se suelen utilizar en Europa y el canal 14 en Japón. En Chile dichas frecuencias están disponibles. Ver gráfico (fuente):
Asimimso, propongo a Subtel que autorice a Stel ofrecer servicios en 3.6 GHz (802.11y), como alternativa al canal 14 de 2.4 GHz y también para su comunicación internodos, puesto que con la congestión de wi-fi en 2.4 GHz los usuarios iremos migrando inevitablemente a la versión más robusta (pero de menor alcance) de wi-fi 802.11a en 5.8 GHz, donde eventualmente también podría haber interferencia.