"El problema no son las tabletas, sino lo que despiertan. Algo así ya había pasado, en 1994 cuando el mundo del CDROM parecía ser "el pasaporte al futuro" para las revistas y los medios tradicionales, tal como nos lo recuerda Scott Rosenberg. Las expectativas en uno y otro caso, comparten, con casi 20 años de diferencia, la misma desmesura."Más adelante precisa, respecto a la idea de que los medios digitales requieren una nueva narrativa, lo siguiente:
"Si bien ya hay esbozos de una narrativa hipertextual, caracterizada por el uso de links, soportes embebidos, participación de los usuarios, estamos todavía en ese tiempo de transición. Quizás un soporte nuevo pueda ayudar, pero no alcanza. Y la metáfora de lo impreso sigue siendo fuerte aun en las aplicaciones diseñadas para el iPad, que cuenta con una interfaz superadora de la del escritorio.Imperdible, el texto completo está en VisualMente, y creo se puede complementar con la siguiente idea:
Como en los CDROM de 1994, por detrás está la misma idea de empaquetar diferente el mismo producto. En su momento no fue suficiente con el "agregado multimedia". Es difícil pensar que eso mismo alcance hoy, cuando, encima, las audiencias ya no son lo que eran."
El concepto es aplicable no sólo a la tableta como soporte físico, también a la aplicación como soporte de software.
Hay medios tradicionales que están intentando que los usuarios paguen y vivan dentro de sus parcelas de software o "apps", lo cual me parece insustentable porque el valor agregado es muy poco y el valor restado es muy grande, efecto que se agrava especialmente si cobran por dichas parcelas y/o incrustan publicidad (caso Wired). Esto es más amplio que las tabletas porque las apps van apareciendo también en teléfonos móviles, escritorios y televisores.
Pero a medida que las aplicaciones integren funciones sociales, conecten con la Web abierta y entreguen más valor agregado, hay posibilidades de éxito. Lo más probable es un punto medio, en que el HTML5 se irá utilizando cada vez más para proveer interfaces altamente usables, sin tratarse de aplicaciones nativas para diferentes plataformas. De hecho –desde el punto de vista del diseño– cualquier sitio Web es una aplicación. Desde el punto de vista de algunos sistemas operativos (ej., iOS), también.