Aún recuerdo el impacto, yo trabajaba en ese tiempo en Interaccess, y el anuncio de la vuelta de Steve Jobs a Apple revolucionó todos los medios y fue tema de conversación obligada entre geeks. Pero el efecto Jobs ha sido mucho más profundo que eso.
Con el tiempo resultó ser mucho más que un asunto comunicacional: la influencia de Jobs -que ante todo privilegiaba la experiencia del usuario- ha liderado la informática masiva con Apple a la cabeza durante 15 años.
Esto no significa que no hay otra gente talentosa en Apple y otras compañías, pero en Jobs se conjugan además de experiencia y experticia, una mística y una credibilidad que le permiten mantener el control de todo el proceso, incluso en una compañía de ese tamaño, y eso -en el mundo corporativo donde el capital está cada vez más desligado del producto y usuario, es diferenciador y escaso.
El problema corporativo
Cuando en cualquier negocio las decisiones se toman con criterios predominantemente financieros y sin enamoramiento de lo que se le está entregando al usuario, se termina con productos de excelentes especificaciones técnicas pero de poca usabilidad. El ejemplo perfecto es la plataforma Windows y el crecientemente deficiente control de calidad, software cada vez más lento y soporte técnico cada vez más escaso. Jobs es quien ha logrado que Apple vaya en una dirección totalmente contraria, y sin embargo competitiva y exitosa.
El Mac, el iPod y el iPhone no son la solución al hambre en África ni al conflicto de Medio Oriente, pero son una demostración de lo bien que la tecnología puede lograr productos que hacen más agradable la vida cotidiana.
Por estos días Jobs se aleja de Apple por problemas de salud, y no será un par de semanas nomás. Esperemos que su salud mejore. Pero además, esperemos que -vuelva o no Jobs a Apple- dicha compañía nos siga entregando productos de gran valor, y que ese ejemplo siga influyendo a toda la industria.