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Ignacio Rodríguez de Rementería

Saludablemente

Hoy tuve un encuentro cercano con la salud pública. Ya que había tiempo, y convenio SCD, y una condición que ameritaba cierto cuidado, acompañé a alguien al servicio de urgencias del hospital San José, zona norte de Santiago.

A diferencia de lo testimoneado por El Que No Aporta respecto de la salud privada, en este hospital los funcionarios le miran a uno a la cara, tratan a todo el mundo por igual independiente de su vestimenta o color, sin palabras distantes ni condescendientes, no importa que uno tenga ISaPre o tarjeta PRAIS. Para los que no saben lo que es la tarjeta PRAIS, es algo así como la tarjeta de la JAP.

Si bien no había música ambiental ni sillones de cuero ni cafetería con redcompra, y a pesar de que estuvimos en total como 3 horas en el recinto (principalmene esperando atención), la calidad de la atención resultó excelente y el precio a pagar habrá sido un décimo de lo que habría costado ir a un centro de salud privado. Ningún tipo de privilegio ni discriminación, ni cheque en garantía ni American Express. Ante la enfermedad aquí somos todos iguales. Mi único reclamo sería la ausencia de puertas dobles -con la consiguiente ineficiencia en calefacción- y el estado calamitoso de los baños públicos, sólo vi el de hombres. No harían mal más médicos para agilizar un poco la cola de atención; el guardia hablaba de esperas de más de 24 horas en algunos casos.

Con espera y todo, creo que el sistema de salud pública está lejos de ser la pesadilla que a menudo muestran los medios. Sin duda hay harto que hacer aún, pero se nota una mejora respecto de antes, la inversión social que ha hecho nuestro gobierno muestra así, cotidianamente, una cara amable para miles de usuarios. Me alegra tener la suerte de no estarle regalando mi plata todas las meses a las ISaPres y AFPs.