Predicción: 2008 será el año en que la vieja industria discográfica -concentrada en manos de los 4 grandes conglomerados- colapsará por su insustentabilidad.
Con suerte le quedan un par de años de vida a la industria tradicional.
No es que vaya a desaparecer la música, es que el modelo de pago por disco no puede competir con gratis. La edición de diciembre de revista Wired incluye palabras impresionantes de Doug Morris, ejecutivo máximo a cargo de Universal Music Group, el sello discográfico mas grande del mundo.
Nota: éste es el sexto artículo de una serie sobre el tema. El anterior versó sobre Radiohead como ejemplo del anti-sello.
Durante el 2007 pudimos ver como la consciencia del problema ascendió por las distintas capas de los grandes y no tan grandes sellos, para llegar terminando el año a las altas esferas. El único sello grande cuyas acciones se transan públicamente mostró disminuir su valor. En los otros se vieron despidos y recorte de proyectos, declaraciones públicas lindas pero utópicas acerca de gestión 360, y lo mas importante: una oferta cada vez menos diversa y arriesgada, cada vez más fome.
Ya lo venían anunciado medios como el Sunday Times, y el Telegraph. Y para qué mencionar la multitud de sitios personales y medios especializados que hemos abordado el tema hasta en cansancio, no sólo vaticinando la crisis de la industria y sus efectos visibles -como que el 2006 las ventas bajaron mundialmente un 10%-, si no explorando nuevas posibilidades y modelos. De ésto último hubo un estallido luego de la acrobacia de Radiohead con In Rainbows. También lo vienen anunciando las estadísticas, y algunas hechos clave como la quiebra de Tower Records.
Pero nada de eso se compara con lo expresado por altos personeros de la industria y el análisis de Seth Mnooki en revista Wired de diciembre. Nada.
Doug Morris, ejecutivo máximo a cargo de Universal Music Group, el sello discográfico mas grande del mundo, reconoció que los actores tradicionales de la industria no se subieron a tiempo al carro digital, explicando que -cuando era el momento- no sólo no pudieron entender lo que sucedía, si no que ni siquiera lo intentaron.
El reportaje de Wired cita a Ted Cohen, quien fuera ejecutivo en EMI y Warner y ahora es parte de la consultora TAG Strategic, diciendo que "los sellos tuvieron la oportunidad de crear un ecosistema e infraestructura digital para vender música en línea, pero seguían pegados en el corto alcance en vez de tener una visión amplia".
La industria se sacude
Estos días hemos sido testigos de los últimos estertores de la industria. Intentos como el de controlar el acceso a la música mediante proveedores de Internet, leyes y DRM van a fracasar. La historia reciente demuestra que la tecnología IP es tan abierta y moldeable, que las restricciones que se aplican a contenidos son sobrepasadas cada vez más facilmente. Es cosa de ver lo que ha sucedido con el iPhone. Ni China y su gran muralla digital, con todo su poder para censurar contenidos polítcamente riesgosos para su régimen totalitario, se atreverían a intentar detener el intercambio ilegal de música o cine.
Pero los sellos siguien atornillando al revés. Por ejemplo Universal acaba de restringir el largo de las pistas que los músicos que hayan firmado con el sello pueden poner en MySpace. Ridículo. Parecen desesperados, y es que lo están.
El artículo en Wired también explica como Steve Jobs convenció a la industria de vender via iTunes y -casi sin que se dieran cuenta- tomó el control y hoy va camino al monopolio de las ventas de música en la 'net. Para evitar eso, Universal y otros sellos han decidido que su música se pueda vender sin DRM.
Hoy Steve Jobs se proclama anti-DRM también. La ironía es que un sistema de DRM llamado Faiplay permite que la mayoría de las canciones descargadas de la tienda iTunes sólo se puedan toca en iPods, precisamente lo que le dió tanto poder a Apple. La otra ironía es que mientras Universal se lava la boca anunciando que venderá pistas sin DRM, se quiere meter en la cama con Nokia, Microsoft y otras compañías para incluir música en sus reproductores de una manera que parezca ilimitada, pero con DRM, o sea los archivos no se pueden sacar del reproductor o teléfono y tocar en otro dispositivo.
Totally late
La ofensiva de Universal, Sony BMG y Warner contra Apple es sencilla y se llama Total Music: un sistema legal música por tarifa plana, que venga incluido con reproductores que compiten con el iPod. No es una mala idea, sólo llegó unos 10 años tarde, cuando la 'net ya está llena de archivos mp3 gratuitos -legales o no- contra los cuales es difícil competir, ni con tarifa plana, y menos aún si es con DRM y sus consiguientes problemas de usabilidad, particularmente al ser incompatible con el reproductor de música más vendido... si, ese, el iPod.
Ahora que la 'net se está convirtiendo en un fenómeno cada vez mas portátil, más difícil aún. Y ahora que el teléfono mas vendido es... si, ese teléfono: un iPod que puede bajar música directamente desde el Apple Store... se necesita decir más?
Pero sucede que el iPod y el iPhone no solamente pueden reproducir y bajar archivos desde la tiende de Apple. El usuario de un aparatito de estos también puede acceder en él a toda su biblioteca de mp3 y -con un poco de ingenio- a millones de canciones gratis que están en la red, a radios en línea, a podcasts, películas... y en ese contexto es el usuario el que tiene todo el control, todo el poder. Y cualquier actor de la industria, ya sea proveedor de tecnología, de contenidos o de intermediación, tiene que atornillar en la misma dirección que los usuarios, si pretende sobrevivir.
Se está perfilando una nueva industria, opuesta al modelo anterior en que la escasez definía el precio. En la nueva industria, el precio comienza en cero, la abundancia es total y son el gusto, el cariño y la consciencia los factores que determinan el precio. El usuario bajará lo que quiera, dónde quiera y cuando quiera, pagará lo que quiera y lo copiará en sus teléfonos, relojes y televisores interactivos a gusto, una y otra vez, sabiendo que -si paga- estará aportando directamente a los músicos y productores, no a los intermediarios que por 25 años habían dominado y explotado la industria, dejando tan sólo limosnas a los músicos, cineastas, escritores, etc.
Y el que diga que esto es utópico, mas vale que se informe y comprenda lo que pasó con In Rainbows. Los detractores dicen que no es justo, que Radiohead pudo hacerlo porque ya se había ganado al público. Y es cierto, pero el punto es que es irrelevante cómo la banda se ganó esa lealtad. Otros se la ganarán de otra manera. Lo relevante es que pudiendo pagar cero, un porcentaje significativo de quienes descargaron In Rainbows escogieron voluntariamente pagar un promedio de US$6.
Esto va mucho mas allá del efecto In Rainbows, esto es un cambio cualitativo en el ecosistema musical. La Internet dejó un agujero en la industria como el del que eliminó a los dinosaurios. Hay un mundo allá afuera ávido de nueva música, y quienes sepamos dársela seremos consecuentemente recomensados.