El pianista y cantautor -oriundo del noreste de Argentina- presentó en Sala Master su reciente álbum de piano solo. El evento, que se transmitió en vivo por radio Universidad de Chile, tuvo también partes vocales, y contó con la participación especial de Francesca Ancarola.
Foto por Pamela Albarracín.
Dado que se trata de un estudio de grabación, Sala Master es un espacio acústicamente óptimo para recibir a 100 personas, ideal para una música así de íntima. Los asistentes nos olvidamos de la ausencia de aire acondicionado y el calor propio de un viernes de diciembre; casi ni respirábamos, para que no se perdiera ni un armónico del piano y ni una sílaba de la voz, para que cada nota y cada palabra pudieran habitar el espacio de manera sublime. Tuve el gusto de disfrutar este show de Carlos sentado con Javiera, hermana de Jazmín, cuya permanente presencia convierte la música en un rito aun más importante.
El segundo concierto de la mini-gira, en Thelonious, se sintió incluso mas ritual, el público estaba mayoritariamente compuesto por músicos, desde no tan conocidos como Kika, pasando por Marcelo Vergara, Javier Barría y Federico Dannemann -que andaba en Argentina grabando con Aznar-, llegando incluso hasta Magdalena y Tilo que estaban desde temprano para asegurarse mesa. Carlos incluso mencionó su nerviosismo de estar entre tanto músico, y al final agradeció por el "slencio que tocamos juntos". Así es Carlos, de esa manera se expresa siempre, hablando o tocando, siempre se coloca a si mismo en un lugar de tal humildad que provoca total reverencia.
Así logra convertir cada espacio donde toca en un lugar ritual. Sus conciertos son como una misa. Quizás su recuperación de las raíces del continente hace que en su música nos sintamos tan en casa. Aunque provisto de una sólida formación docta y un intenso paso por el jazz, lo que Carlos nos entrega es una reposada síntesis centrada en chacareras, vidalas y huainos, ritmos que corren bajo sus manos como el agua de dos ríos. Oír ese flujo es como conversar con él, un discurso propio y en nuestro idioma, desprovisto de todo afán o necesidad de competencia. La sobriedad total de Aguirre se complementó perfectamente con la voz y presencia escénica de Francesca -su reiterada compañera de conciertos y grabaciones- quien se sumó en la interpretación de Peces de Luz, En la Vía y algunas colaboraciones inéditas.
La ocasión mostró una Francesca más reposada y dulce que la que habíamos conocido hasta hora, Canción de Luna -que el duo grabó para un disco inédito- promete una nueva fase en la carrera de Ancarola, cuyo álbum Lonquén logró el premio Altazor 2007.
La versión completa y periodística de este artículo está en La Nación.
Si nunca lo has oído, hay algo de audio disponible del 7 de sept del 2005 en el Club de Jazz de Santiago.