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Ignacio Rodríguez de Rementería

Vieja Escuela del Hip-Hop chileno pierde a uno de sus próceres

Por Claudio Gutiérrez


Por Claudio Gutiérrez.

A última hora de ayer martes, supe por medio de Lulo de Legua York que el cáncer nos había arrebatado a Fernando Fierro, uno de los dos MC's del grupo M-16.

A M-16 los conocí el año '93, cuando Alerce organizó el ciclo de conciertos "El Sonido de los Suburbios" en seis comunas de la capital. Una de ellas fue Macul, que además de facilitar el gimnasio y los permisos, convocó a una audición para seleccionar al grupo musical que representaría a la comuna en el concierto. De la audición, finalmente, se seleccionaron a dos grupos. Uno de ellos era M-16.

Años más tarde (durante el '95 o 96'), participamos con Fernando y Giorgio (el otro integrante de M-16) como jurados en el programa de televisión "El Club de Amigos de la Red". Animado por Savka Pollack, el programa infantil tenía una competencia de breakdance en la que participaban niños. Nosotros debíamos escoger a los ganadores. Obviamente, casi siempre ganaron niños que venían de poblaciones.

Fernando era muy entusiasta y bromista. Siempre estaba preocupado por los demás. Su compromiso con el hip-hop fue completo. A través de M-16 no sólo creo sus propias canciones, sino que también ayudó a que muchos otros lo hicieran, creando colectivos, organizando tocatas, realizando talleres y colaborando con grupos nuevos.

Si bien, M-16 nunca tuvo el reconocimiento mediático de Panteras Negras y La Pozze Latina, es, sin lugar a dudas, una de las bandas fundamentales de la "vieja escuela del hip-hop chileno" y Fernando uno de sus próceres. Su ejemplo debiera servir de norte a las bandas de la tercera generación (o "Novísima Escuela") para que asuman de la misma forma en que él lo hizo, el compromiso con los suyos y la transformación de las realidades a través del hip-hop.

La siembra de Fernando Fierro, dio y seguirá dando una muy buena cosecha. ¡Hasta Siempre!



La Vieja Escuela

En su artículo "Lejos de NYC: el hip hop en Chile", Rainer Quitzow sitúa el surgimiento del hip-hop en nuestro país en el año 1984, cuando las películas Beat Street (Stan Lathan, 1984) y Breakdance (Joe Silberg, 1984) presentan al público chileno las cuatro ramas clásicas de este nuevo movimiento: breakdance, graffitti, dj y rap.

Las primeras expresiones, originalmente aisladas y centradas principalmente en el breakdance, confluyen durante el año 1986 en el pasaje Bombero Ossa del centro de Santiago. Allí un puñado de jóvenes, comienza a reunirse periódicamente para bailar, compartir música y dar inicio a un movimiento musical y social que hasta el día de hoy está muy arraigado y activo en las poblaciones de nuestro país.

Parte de esos primeros días del hip-hop local quedó registrado en el documental "Estrellas de la Esquina" (26 minutos, 1988), realizado por Rodrigo Moreno para la productora TeleAnálisis. Allí, entre otros, se puede ver a adolescente Lalo Meneses bailando, enseñando y explicando los pormenores del breakdance.

Ese mismo año, De Kiruza publica su primera producción en cassette e incluyen el tema "Algo está pasando", que es legitimamente el primer rap grabado en nuestro país.

Dos años más tarde, en 1990, Panteras Negras publica el cassette "Lejos del centro", siendo ésta, la primera grabación de rap hecha en Chile.

Durante esa época, surgen además de Panteras Negras, La Pozze Latina, Los Marginales y M-16, todos ellos considerados hoy: la Vieja Escuela del rap chileno.

El Quinto Elemento

Durante la primera mitad de los 90', los exponentes locales ya se expresaban a través de las cuatro ramas del hip-hop, pero no era suficiente. Quienes habían formado los primeros grupos de rap crearon el colectivo la Coalixión, organización creativa y libertaria de alcance nacional que agrupó, entre otros, a Pedro Foncea, Panteras Negras, M-16, Detonación, Bajos Fondos, Tiro de Gracia, Los Inkultos (Viña del Mar) y Pirañas (Temuco). Mediante las actividades organizadas la Coalixión se conceptualizó y agregó una quinta rama al hip-hop: el trabajo social.

La transformación del entorno se canalizó a través de tocatas y talleres en los que todos aprendían de todos y el apoyo mutuo era uno de los pilares fundamentales.

Ese Quinto Elemento siguió presente en los nuevos colectivos en que participó M-16 (como Hiphoplogía) y permanece vigente hasta el día de hoy en grupos a lo largo de todo Chile.