2007/09/29

Lo humano (reciclado)


Por Catherine Cárcamo

Edvard Munich desnudo es el infierno, es la imagen que mejor refleja el descontento de un grupo de hombres que a principios de siglo pasado instauraron una nueva intención en el arte, esa que trasciende el color y la forma, esa que eleva más allá de lo existente y palpable. El punto de unión: lo cotidiano.Si para muchos lo cotidiano es sinónimo de tangible, o a lo más un pensamiento que corresponde al desenlace de lo material, para estos “exploradores” todo comienzo estaba en lo imaginado, lo soñado y por qué no, lo presentido. En definitiva: lo humano.

Este anhelo por lo emotivo, enfrentado a la actitud materialista y racional anterior, llenó de entusiasmo a la humanidad. La desaprovación de los modelos y reglas geométricas emocionó a las mentes libertinas de la época; y si había deformación, ésta era fruto de la verdad interior. La consigna era una sola: recobrar la esencia de lo humano y despertar a los hombres del letargo generalizado.

Una necesidad de renovación que juzgaba la obsesión en buscar una causa racional para la locura; había que llamar las cosas por su nombre. El resultado: la expresión de la paranoia en el papel sin la ayuda de lógica ni números.

Más allá de todo rivisionismo e intento por captar “matemáticamente” el pasado, cobró fuerza el ejercicio desenfadado por declarar lo patético o nobles que somos sin recurrir a disculpas complacientes. Masticar el sabor de la verdad hasta desordenar con ello al mundo y dejar nuestros ojos perplejos ante las acciones inesperadas.

El resultado es demostrar cómo son las cosas bajo la superficie, que todo movimiento tenga la convicción de haber pertenecido en algún momento al espíritu, que las acciones más cotidianas sean la expresión de nuestras emociones.

La labor creadora consiste en un “(des)fórmula” que ubica nuestras vidas en el codiciado eje de lo humano; aceptar lo naturalmente erróneo o desequilibrado del mismo modo como admitiríamos lo acertado y armónico. En definitiva, acompañar a Munich en el infierno sin ninguna clase de pudor ni remordimientos.

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