Por Catherine Cárcamo
El fin de semana pasado estuve en la Convención Nacional de la Cultura. Participó entre otros, el filósofo Bernardo Subercaseaux, quien entregó un diagnóstico sobre el Chile-globalizado. Sí, palabras que aunque contrarias entre si, juntas ofrecieron una sabrosa fotografía sobre los modos de ser chileno, y por qué no: latinoamericano y/o habitante del mundo.
Hubo una frase que llamó mi atención, y que posteriormente la volvería a escuchar de boca de una de mis amigas “esto es información, no conocimiento”. Y si, Subercaseaux la mencionó como directo efecto de la apabullante cantidad de información que nos ofrece la comunicación digital: formatos cada vez atractivos y de fácil uso y acceso.
¿nos estaremos convirtiendo acaso en enciclopedias sin capacidad analítica? ¿sin el impulso de masticar-morder-saborear-tragar los datos que aterrizan ante nuestros ojos? ¿deseosos sólo de acumular datos?. La pregunta me estuvo dando vueltas toda la semana. Para contribuir un poco más a mi debate interno, acabo de encontrarme con una lúcida reflexión del filósofo chileno Martín Hopenhayn (asuntos sociales de la CEPAL):
“… las tecnologías que utilizamos para interactuar con el mundo virtual tienen una relación dialéctica con la cultura. Las TIC redefinen radicalmente la comunicación, el acceso a información y las formas de producir conocimientos.
La información se hace tan accesible, inmediata, variada y detallada, que las figuras tradicionales del tutor o maestro pierden sentido a los ojos de tantos niños que entran en terminales de computadoras y salen de ellos como quien come o camina.
La euforia mediática no puede arrasar con la memoria pedagógica, y más bien debemos encontrar las formas de potenciar el aprendizaje con los nuevos dispositivos, sin que ello aniquile el sentido mas profundo del aprender.
En relación con las nuevas TIC, la educación enfrenta a largo plazo por lo menos 3 grandes desafíos: El primero es educar con nuevas tecnologías de información y conocimiento implica, en cierto sentido, educar para imprimirle al uso de estas nuevas TIC, infundir el gusto y responsabilidad por el encuentro entre tecnología y cultura.
En segundo lugar, la interacción virtual se mezcla con la lectoescritura, la oralidad y la cultura por imágenes. Por ultimo, la interacción virtual oscila entre medio y fin. Si chateamos, la comunicación es lo que trasciende, pero si buscamos información para incorporarla en nuestra investigación, la búsqueda virtual es solo un medio…”.