Es conocido que en Chile tenemos historia de hacer el quite a los conflictos. Con ayuda de los medios de comunicacón, le hacemos el quite al entendimiento de un conflicto, aunque debo rescatar que El Mercurio ha sido bastante imparcial (ver nota relacionada).
Para entender, podemos caracterizar a cuatro partes o grupos, y describir sus intereses:
- Los artistas, en un país cuya sociedad los apoya poco, ven como sus entidades gremiales y la legislación que los
protejeprotegía han sido totalmente sobrepasadas por la realidad tecnológica: se depreda su producción mediante los nuevos medios, (según la SCD aproximadamente un 80% del tráfico de descargas Internet corresponde a ello), el público ha perdido la valoración por lo intangible y las empresas de telecomunicaciones se llenan los bolsillos (según la SCD aproximadamente US$500 millones al año en Chile) sin compensar a autores, intérpretes, etc. - 2 Los empresarios, que hacían o hacen lucro con el trabajo del grupo 1. Dos subgrupos:
- 2.1: Quienes tradicionalmente han intermediado en los negocios culturales, por ejemplo los sellos discográficos, estudios cinematográficos, medios de comunicación, sociedades autorales y editoriales. Este grupo está perdiendo poder, y por lo tanto está llevando adelante una ofensiva publicitaria, en mi opinión mal y tarde, que la ciudadanía no está comprendiendo, y las autoridades menos.
- 2.2: Los nuevos intermediarios, principalmente las empresas de Internet, fabricantes y distribuidores de tecnología, que se benefician vendiendo el acceso a contenidos generados por el grupo 1. Este grupo afirma que es "neutral", y que no tiene injerencia en lo que el usuario (grupo 4) hace con el servicio o tecnología, mientras lucra con el consumo del grupo 4. Los proveedores dirán que si pagan derechos de autor tendrían que subir los precios, lo cual es impresentable considerando que en Chile se paga aproximadamente el doble que en otras partes por un mismo tipo de acceso.
- 3: Legisladores y fiscalizadores, son los encargados de dirimir los conflictos, delimitar lo justo, en representación del grupo 4, y también del grupo 2 y grupo 1, buscar el equilibrio. Es ante la ciudadanía, no ante el grupo 2, que la autoridad tiene que responder con transparencia e inteligencia. Pero hay fuertes presiones -especialmente por el grupo 2.2- con quién lleva una estrecha relación, conocida como "lobby", y por razones generacionales, las autoridades del grupo 3 no son usuarios, no comprenden la tecnología y el cambio estructural que está provocando.
- 4: Usuarios que consumimos la tecnología y el contenido. Somos los que decidimos, los que pagamos las cuentas del grupo 2.2, los que delegamos poder en las autoridades del grupo 3, los que queremos acceder a lo que produce el grupo 1 y nos hemos acostumbrado a descargar contenidos "gratis", pagando una tarifa plana. Este grupo es altamente vulnerable a la desinformación y publicidad.
No soy ningún sociólogo, ni tengo las herramientas ni los contactos para determinar todo lo que está pasando en las relaciones entre estos grupos, sobre todo a nivel de los grupos 2.2 y 3, pero me parece que -por lo que se sabe de la ley que viene, se está privilegiando a los del grupo 2.2 por sobre el interés de los artistas y usuarios.
Tampoco soy experto en derecho, y por lo tanto hay aspectos técnicos de la nueva (y vieja) legislación que se me escapan. Pero creo que la realidad debería entenderse, sin necesidad de saber sánscrito.
Sin ser sociólogo ni abogado, me basta con dedicarle un rato y dos dedos de frente al caso para entender que si el grupo 3 no cumple su mandato y -en vez de velar por los intereses del grupo 4- privilegia al grupo 2.2, somos una gran mayoría los que vamos a salir perdiendo, porque si la industria del entretenimiento grabado no es sustentable, tenderá a desaparecer.
La desnutrición cultural
Ayer una amiga pediatra me explicaba cómo los niños desnutridos, presentados con comida, no comen. Es un fenómeno muy estudiado y tiene relación con cómo funciona nuestra psique, para disminuir el dolor de la frustración se nos olvida lo que necesitamos. A diferencia de nuestros vecinos de Argentina, de la potencia mundial que es Brazil o del ejemplo que es Europa, somos un país desnutrido culturalmente. Por eso en este conflicto el grupo 4, el más interesando, no se expresa. Quizás ante una situación similar, en Argentina ya habrían paralizado el congreso nacional.
Esto me recuerda algunos episodios doloroso de la historia de nuestro país, las partes en conflicto hacen un esfuerzo por expresarse y avivar fuerzas para defender su punto, pero no intentan escuchar o entender a las otras partes. Para los artistas las compañías de telecomunicaciones no son alguien con quién hacer negocios si no una cofradía de ladrones, y para las compañías los artistas no son los fabricantes del contenido que revenden si no un grupúsculo de llorones izquierdosos. Se que exagero para efectos del entendimiento, pero los que están en uno u otro grupo saben que no exagero tanto.
Si los artistas, las compañías que lucran con esas artes y el estado nos pusiéramos de acuerdo para trabajar en mutuo beneficio, habría grandes posibilidades, hay algunos ejemplos de ello en Europa. Miantras, por acá vivimos en un país neurótico, que cree que es del primer mundo pero tiene un problema cultural grave.
Tengo una idea acerca de cómo se va a resolver todo este entuerto, que explicaré más adelante.
Aclaración
... o disclaimer, como le gusta decir al gringo Paz: Antes de que aparezcan los comentarios diciendo que soy parte interesada o que no me invitaron a este almuerzo, quisiera declarar que si, tengo intereses: amo la música y trabajo en ella, quiero que se haga un trato justo, para que podamos tener una industria musical sustentable, para que gente talentosa y trabajadora pueda seguir dedicándose a su arte y no tenga que dedicarse a otra cosa.
¿Cómo sería un trato justo?
He expuesto mi opinión, pero me encantaría conocer la de otros; dejo abierto el sistema de comentarios con una pregunta para los que saben de derecho:
¿Por qué, si restaurantes, canales de TV, radios, espectáculos públicos y otros usos lucrativos pagan por revender acceso a propiedad intelectual, no han de hacer lo mismo las empresas que proveen el acceso vía Internet? Un amigo me mencionó que el proveedor Internet no decide el qué, cómo, cuándo, dónde, etc., pero no veo en qué eso afecta la cuestión; lucro en la cola corta o lucro en la cola larga, pero lucro igual. Quiero la explicación, con peras y manzanas.
Hay una conversación relacionada en Friendfeed. y un post relacionado donde Claudio Ruiz, a quién he planteado la misma pregunta. Y cuando encuetre una respuesta satisfactoria, prometo contar de ella por acá.