Por Catherine Cárcamo
Hace algunos días me enteré que Mario Benedetti está enfermo. Que sufrió una leve mejoría, que volvió a empeorar, que está mejor y peor otra vez. ¿Y si muere Mario Benedetti?. Seguramente se irá con él esa época en que pude encontrar y vivir lo mejor de las personas, eso que aparece cuando nada se piensa demasiado y todo se hace sin medir las consecuencias.
Recuerdo por ejemplo, esas peñas universitarias que parecían improvisadas pero que habíamos creado en cada detalle con un esmero casi obsesivo. Cómo olvidar los manteles que pinté con las témperas que sorpresivamente llevaron esa tarde mis compañeros, y que claro, terminaron convertidos en nuevas pequeñas obras entre tanto vino, vaso desparramado y risas. Ahí también estaba Benedetti, que era cantado, recitado y gritado por mis amigos. Aparentemente tu poesía no sería escuchada por nadie más que nosotros. Pero no, salió de ahí. Yo por lo menos me la traje. Es cierto, estás menos visible que antes, pero guardado en un lugar secreto, ese que me hizo volver a pensar y a escribir sobre ti.
No me gusta hablar con cadáveres. Si mueres ciertamente no te convertirás en uno y lo digo con toda seguridad. ¿sabes por qué? porque hace algunos días pude experimentar en mi carne que todo lo que debe sobrevivir para estar siempre con nosotros, no muere. Una extraña protección recae sobre los hombros de las cosas bellas y simples cuando sufren, cuando se sienten morir. Debe ser el mismo blindaje que cubre a un cacharro en una selva hostil.
Ha pasado el tiempo. Y tu simpleza me obliga a mirar el mundo como yo quiero que sea, con mis colores: con personas que viven como yo, con miles de desconocidos sin grandes historias pero que llevan al mundo entero y lo pelean en su mirada. Ojalá que tus libros sigan leyéndose por todos los que pasarán por acá. Ellos verán que se están contando las mismas historias, que el tiempo y las personas estamos de paso, que algún día podremos irnos, podrán irse también nuestros recuerdos, podrán irse los rostros y nombres de nuestros amigos, podrán irse lejos, muy lejos nuestros amigos pero vos, por favor, no te vayas.
(Esta última frase es un extracto de un poema de Benedetti: Mucho más grave)