Por Claudio Gutiérrez
Encontré el manuscrito del siguiente texto entre mis papeles antiguos. Muchos documentos ni yo recuerdo tenerlos, pero ahí están, esperando su momento. Cuando lo escribí, hace más de 13 años, ni siquiera existía internet en Chile. Hoy, cuando la Biblioteca de Alejandría resurge bajo el nombre de Web, es tiempo de continuar con la ya milenaria práctica de copiado sistemático y darle nueva existencia -esta vez binaria- a todas esas historias individuales que componen el puzzle del Patrimonio Cultural.
A través de este texto se puede conocer un poco más sobre el origen de la Asociación de Trabajadores del Rock Chileno (ATR) y sobre su primer proyecto tangible: el disco compacto doble "Con el Corazón Aquí".
Con el Corazón en el Billboard
La historia es conocida. Durante el '92, luego de la formación de la Asociación de Trabajadores del Rock Chileno (ATR), tres integrantes de la directiva presentamos un proyecto al Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes (Fondec) del Ministerio de Educación. Fueron aprobados 3 millones 900 mil pesos para el proyecto "Actualidad y Proyección del Rock Nacional" que consistía en editar 2 discos compactos con una recopilación de bandas de rock chileno que demostrara la cantidad y calidad de la producción de rock local.
Establecimos los criterios para seleccionar a las bandas que serían incluídas en el disco: las que tenían caset editado por algún sello irían por derecho propio y las que no, concursarían. El jurado estuvo integrado por Rolando Ramos (entonces, conductor del programa de televisión Lee Night), Francisco Conejera (director de la revista El Carrete) y Pablo Lecaros (músico). De las bandas seleccionadas, 5 serían grabadas por no poseer grabación profesional.
La edición se realizó en computador para equilibrar el sonido de las canciones que habían sido grabadas a distinto número de pistas, en distintos estudios, con distintos niveles de volumen y con distintos conceptos de mezcla. Una vez editado el master, la matriz se envió a Canadá para la fabricación de los discos compactos y comenzó la producción de la carátula. Hubo que recopilar los créditos de los 36 temas y realizar un diseño atractivo que incorporara toda la información, además de darle un nombre a la producción.
Se optó por "Con el Corazón Aquí" para retratar el compromiso del rock chileno con la realidad de nuestro país. Llegados los compactos de Canadá, vía valija diplomática, y con las carátulas impresas, se hizo el lanzamiento en la Discoteque Gente. Fue desorganizado, pero simbólico e histórico. Estaban todos o casi todos. Hasta Gustavo Cerati fue a darse una vuelta. Pero, obvio, faltaban los directores de programación de las radios y varios medios de comunicación. Quizá no fueron invitados. Quizá lo fueron y no les interesó ir.
Dos objetivos fueron logrados: uno, entregar un documento sonoro que diera testimonio del presente y adelantara el futuro del rock chileno y, dos, lograr motivar a las bandas a consolidar una asociación gremial. Faltaba el objetivo crucial del disco: lograr que las radios lo incorporaran a sus programaciones habituales. Hasta ahora era demasiado bonita la historia.
Una por una, cada radio AM y FM de la capital fueron recibiendo el disco compacto doble. Pero al cabo de casi 2 meses resulta evidente que el CD fue utilizado, a lo más, para realizar algún especial de rock nacional en un horario de escaso rating y luego pasó a cubrirse de polvo y telarañas en los estantes de las radios, exceptuando a radio Umbral, Rock & Pop, Tierra y algunos programas de la radio Nuevo Mundo. El resto habrá inventado una nueva excusa para no programar a los grupos nacionales. Antes fue la calidad de las grabaciones: como casi ningún grupo chileno tenía compacto, entonces la exigencia era que tuvieran compacto. Ahora que hay disco compacto ¿qué? No sorprendería que la nueva excusa fuera la calidad musical, que la hay y de sobra. Calidad que no le exigen, por cierto, a Locomía, Gerardo ni Jordy cuando los hacen sonar 15 veces al día.
En la Radio Galaxia no lo programarán, porque dirán que tiene "sonido amateur" como suele argumentar Oscar Rovallo, su director de programación, cuando anuncia que un disco es inadecuado para su emisora. O encontrarán palabras atentatorias contra la moral que impidan que sean programadas en Radio Concierto, Carolina o Tiempo. O todas las anteriores.
Siendo honestos, esas radios son incapaces de imponer éxitos como se jactan, sólo les alcanza para repetir las canciones chicle que están en los primeros lugares del último Billboard. Al fin y al cabo, los programadores de radio sólo se preocupan de cuidar sus puestos de trabajo y no pueden darse el lujo de apostar por la industria local. Dejemos, entonces, que sigan con su Corazón bien puesto en el Billborad. ¿Y el Rock Chileno? Bien, gracias.
Claudio Gutiérrez, 1993